El ALQUIMISTA A CUADROS


Un día
reposada
en la cubierta de mi salón.

Sonó el timbre
y un operario
encaramado a miles de páginas amarillas.
me deslumbró
en un campo de margaritas
y acabé desnuda en sus brazos
buscando el teléfono
del paraíso perdido

En  sus puños semillas
de arroz en la izquierda
y de lentejas en la derecha.
Pero mi mente pensaba
en tomates
e higos morados.

Sus ojos,vivarachas tintas
me abduccían
y solo dejé amarme
en la distancia de una silla.

Sus colgantes:péndulos,
todos redondos
como los aros de las anillas de la cortina del baño 
o el borde de un vaso
roto por el carmín de mis labios.

Él abrió sus manos
llenas de legumbres
y quiso dar de comer
a la rapaz
que veía como la jaula
brillaba
detrás del biombo japonés.


Sus ojos buscaban una moldura para un cuerpo
pero esquiva
le enseñó que una pecera muerta,
 llena sin vida
 dice mucho de la sombra
de  una persona.
Mis poemas no son guisos,
ni cantos a capela.

No soy flor de jarrón,
Loto.
y cualquier raíz
que de los pies brote
será exterminada
con sulfato de cobre.
Lo siento...
culpable de vivir como Atlas
y tener el corazón en la casa de empeños...
Soy serpiente
pero pitón
y mudo en trajes de fiesta
los sábados de Noche.
Me pediste un poema
con la alegría de tu rostro
aquí lo tienes.

 Y tu retrato soberano
fue el instante 
de como tus pulgares
se depositaron en mis párpados 
para esbozar una sonrisa en mi cara.
Diendo  con la fórmula secreta
de  Mona Lisa.

Deja que huya
como siempre
entre la albufera
y ojalá pudiera
detenerme en las macetas florecidas
del Grau.
Y un día por fin me amarás
pero mi cuerpo será el de otra
y morderás tu lengua
para no declamar mi nombre
Santa Barbara.

 LLUÏSA LLADÓ.





















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