LA VEREDA-NIÑA

Ella ,
descargaba las cajas
del colmado
y construía un fuerte.

Veía de lejos el autocar
hacia la escuela
con el tubo del escape
musicando trompetas.

Las manos
le silbaban
guiños.

Y un tomate rodó
con valentía
para indicarle
la puerta.

La niñas primogénitas
tienen que empapelar con rollos de cerezas
la habitación con vistas
de sus hermanos pequeños.

Morar la colmena
para que las abejas
miel paran.

La niña sabia
barrer con  mocho de heno
letras
de diferentes  texturas.

Sin saber aún que era poeta
fue madre-niña.

Muleta para el padre
y camastro de su madre y hermanos.

En el almacen
cierra los ojos
y escribe
cuando el cuerpo cansado
por la jornada,
palabras
que un día
recolectará
como Reina.

La niña...
Que aún vive...



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