REA

Creo en el amor.

Y punto.

Sentada de espaldas a una pareja
ella en silla de ruedas deforme, él ojea un periódico
y no hablan.

Manicura perfecta
y el azabache despeinado con un dedo cano.

Creo en el amor.

Luego se cruzan tras el cristal Agustín e Isabel, amarrados de notas musicales,
él luce un sombrero panamá y ella un plumífero con una luz-bebé
en el nido de su silueta.

No hablan.

Se aman.

Creo en el amor.

A pesar de estar tumbada en un friso
con un fisioterapeuta
padeciendo punciones isquémicas,

a pesar que me amenaza con la acupuntura
como si Japón fuese un grupo de jazz
que me persigue.

Creo en amor.

Pizarnik ha dormido esta noche conmigo
y arrancando una página de un libro de recetas
lo lió, fumamos a medias el contrahumo.

Escribía calada en el aire.

Y seguido.

Creo en amor.

Para mí la experiencia no es una derrota,
que sea el guiñol de tu autoestima,
tampoco interesa.

Porque a pesar de cicatrices,
de ser una estrella marina
bajo tierra angustiosa.

Anémona
trémula a contacto visual de tu sexo.

Creo en el amor.

Y coma.

Por ser Artemisa
por ser persona
con ecos de cruzadas y pagos postreencarnación.

Porque puedo amar sin herir,
cuidar sin pagar,
beber y no olvidar.

Que...

Creo en el amor.

Y final.




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