PROCESIONARIA

Apreciado Tipet:

Sé que estás enamorado,
son muchos años de duelo
y me alegro mucho.

Por eso cuando estamos juntos,
dices que te pongo nervioso,
reconozco la consciencia de un efebo,
cuando su parentesco obliga
a una vida social no correspondiente.

Resoplabas como un fuelle
y el extremo de tus pabellones
estaban encendidos de remordimiento.

Descifro en cada mueca
la impotencia de tu abandono,
pero no te preocupes,
siempre te querré, has sido el número par
de mis tres hijos,
el padre que nunca tuve,
el mejor amigo de todos los tiempos.

El amor nunca existió entre nosotros a nivel intelectual,
la sinceridad susurró:
-tú abandonaste primero la chabola
y me diste alas para saber lo que es una relación sana.

Sabes que soy una gladiadora,
no soy sumisa
y eso ser aceptado por un hombre
es un precio muy caro.

Supongo que en un principio
asumí mi soledad como cadena perpetua,
ahora, he puesto todo el empeño,
de cortarme la coleta,
abandonar los ruedos,
para curar mi espíritu
y no ser un modelo de toxicidad.

Qué feliz me siento, Jorge.

Yo no soy más que una basura reciclada
en tus papeles dormidos.

Y el amor que te proceso
será renovable como las energías.

Siempre en los malos momentos,
hasta que ella domine tu tiempo.

Como debe ser,
como corresponde.

Lo aprendimos siendo niños,
el que ama universal
no impone,
respeta,
comparte,
crea
y yo llevo cadenas como culebras
que mortifican hasta las baldosas que piso,

pero tengo fe,
he iniciado un cambio de costas
por la erosión del Tibidabo.

Hay que aprender desde cero.

Y nunca salir del aro.




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