ANTES DE LA NADA VA EL TODO

I

Un milímetro.

La diferencia insalvable 
de las ánimas.

II

Antes de que los flamencos emigren,
que la calle donde aparcan los coches los meses impares 
enseñe su lado oculto,

antes de nada,
recuerda del después,
las barricadas que formamos a veces en la mesa
con montañas de servilletas
y un puchero lago.

Antes de tu partida.

Acuerda llevar a tus fantasmas,
acaso no tengo bastante con los míos,
que en estado de vigilia comparten lecho
y se atrincheran en el sofá aletargados
mirando la tele con esta hipersensible.

Se aburrirán y cruzarán la acera,
sin timbre, atravesando la puerta de contrachapado
y en un gesto de cortesía
cuando salga a primera hora
sacarán la ropa de los armarios
con los séquitos de lavanda.

Sí, atiende la súplica
y organiza un viaje en grupo
no de silencios y de excusas,
que esta mañana hallé a una bella madonna,
Fedra en el espejo,
con un bordado en su túnica de rasgaduras
que insinuaba la esperanza vana.

Saturada como el oxígeno,
abrí los grifos
para que se diluyera en agua.

Ni esperas ni vanaglorias,
todos son copos de nieve
ante un ego que necesita alimentarse de la desdicha.

Lo siento...

Qué espejismos
puede haber en una sincronía de móvil,
entonces, lo lanzo sobre la sábana
para que escriban tus adeptos espectrales.

Lleva a tus hijos,
yo ya tengo los míos.

Un día me levantaré 
y la imagen será salvaguardada,

a tres centímetros de tu boca.

Antes del todo.

Del alba.

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