Sin título.

Los poetas
nunca dejarán de honrar
el oficio del mago,
serradas las palabras
en baúles
con perforación intestinal;
levitando la medida exacta
de nuestros pesares;
cartas en abanico
con el sombrero de copa
asfixiante liebre blanca
ida de la realidad que pasa.

Incomprensible
social, académico o íntima.
El público
aplaude mirando a la prosa escotilla.
Magos sí
que convierten
el agua en vino de fuente.
Pero, siempre, triunfante
la chica tetuda
de la malla sonrisa rosa.
Mientras en reverencia
señalamos la puerta de salida.
Ll.

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