Sin título.

Depositado el tintero
apuro las gotas
del poema en estado comatoso,
con osteoporosis de ángulo,
de las esquinas creadoras
de letras que parecen calles, en vez de glorietas.

Llevo ya de retiro
en el Tibet, muchas lunas,
con la largura cronológica
de un ancla que descansa en isla.

Yo quisiera que en mi jardín nacieran flores hermosas,
pero, la soledad se cobija entre mis costillas
entrando un temblor
de niña abandonada en una gasolinera.

Si este hueso, quebrado,
la descalcificación nicotina,
el músculo flácido
que sostiene erguido
demasiados orgullos.

Con la artrosis haciendo muecas
al espejo, y subiendo la pendiente
en innumerables ocasiones.

Con un dedo, miro mi ombligo,
tomo una semilla
y la planto en el centro terrestre de mi vientre.

Cuando se irá el sufrimiento,
y el lastre soltará todo lo vivido,
como habitante de un submarino
con cólera.

Hay noches que el terror
vira con el viento.

Y viene mi pasado
a devorarme los ganglios.

Quisiera que en mi jardín
nazcan flores.

Marchad ácido,
que la erosión ya está cumplida.




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