ArrebaThor (I)

A qué feligresa me has iluminado,
y tornado playa,
la espuma  blanca de saliva
del seminal ungüento prodigio de los dioses.

No sé a que orden pertenezco.

En los bolsillos, las letras sin correa
caen y escriben
en cada peldaño:

Y
o
t
e
a
m
o

Subiendo la escalera a tu nido, la hiedra
se aprieta en tallos
a la bocacalle de nuestros arrecifes.

Tal vez ante tu espada, vencida
camine por la plancha a un océano
de peces motosierra y tiburones sin dentadura.

¿Dónde mora el colmillo?
¿De qué cuello, la marea sacerdotisa de tu templo?
Líder de autonómicas formas
de caderas, muslos y lenguas sin referéndum;
destronando cada uno de los orificios
terrestres, acuáticos y del cielo.

¿Qué quieres de mi sacrificio,
de ronda de noche como serena,
para acabar desnuda bajo la fuga tractor del trueno?

¿Dónde acaba la guerra del sexo contra el sexo?
Marejada de oceanográficos
orinados por ballenas,
museos acorde a las bailarinas
sin piernas.

Cómo yo te amo, pocas estrellas.
el sol en la casa de las humedades
no es fácil
que encuentre alcayata.





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