El oso hormiguero, mi primero de mayo.

He visto el trabajo
en una chica
que fue vendida al mercado de Indio Tex
en la fila
con prendas que nos hacen creer princesas, principios y pringadas
las arrugas del frente
glotis en cauce
cotización tecleada
el trabajo
en cada una de nosotras
en las patas de la hormiga
abrazando la cuenca de las miradas
perdidas en nicotización
en la portada del Forbes
pero el pan
de la liga del comercio que vende, cambia y compra
la cena, el divorcio y la espera maternal
de un país que ha creado
obreras a su imagen y semejanza.

El trabajo
y sus tiendas de campaña
son la insurgencia 
de miles de cruces de moneda
en líneas, en estaciones de servicio, en taquillas
delante de microondas y camas prefabricadas
de mujeres
que cobran menos
y con domingos sin soles.

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