Acuarelas.

I

No hay mayor dicha que saberte a mi lado
en la presencia
que crece en forma de tisana
purgante de estos días
más que neón fueron tizna
de separación y guerra.

II

No me cuentes que has hecho.
Ni cuantas flores has deshojado,
mi almendra siempre fue tuya.

III

Sin calzoncillos me das la bienvenida
y ya sabes que en esta lujuria
lejos de menguar la luna crece
extraviando las bragas con facilidad.

IV

He recitado un poema para una persona
y perdiendo he ganado.

Qué más da la envoltura,
pues, subir a la cima no interesa
a esta pequeña madeja de hilo
que cose y despacio acaricia.

Que todo sin nada
más que tu cuerpo anidando huecos
para cobijar el recuerdo vivo
de ti, hecho carne
sin la necesidad de marchar juntos.

V


No quiero palacios,
ni siquiera estaciones
donde paren trenes de vinilo.

Me basta un perfil a contraluz,
tu lengua golondrina
asomando timidez.
La fuerza maremoto de la roca
contra la verdad elocuente
de una existencia
donde la poesía no entiende de cometas,
me quedo con mi mano
sobre la tuya.

Con tus niñas y ese ungüento de "koko",
con la variación de tu péndulo,
feligresía de Micerinos.

Los gatos de manchas y rayas.
El frío hervidero
con un volcán
que ha restado fuerzas
pero que ha llenado de lava
los labios, el sexo y todo mi sistema analógico.

Te amo sencillez.
Humildad,
destino,
respeto.

Eterna seré tuya
cual poema concha a su criatura.

Gracias amigor mío.




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