Quierotosis.



Si levanto el flequillo descarado aparece 
un ogro que mira desde su púlpito,
él, crápula de vida, anhela
tomar el mando del castillo cutáneo.

No es tímido, es atleta que crece silencioso
en disciplina. Si lo ignoro, clama 
un mal agudo y el maquillaje lo ahoga.

Esta lesión que compite con mi tez,
sabe que ahora no tengo tiempo para morirme,
y por ello, ha escogido un formato ilusorio.
Dos crioterapias y una operación con láser
que permitieron descubrir el olor
de la carne frita
no han sido suficiente para extraer
esta seta venenosa que adherida
a mi corteza de conífera,
peca corrupta,
eje de moho,
sal de putas,
que me mata topo a topo,
lenta tipografía
muda,
como el lamido de la noche al día.

Ya has llegado al hueso.
¿qué quieres de mí?
¿Acaso eres un amor imposible,
que estira su mano Romeo
y quiere abrir regata en esta tierra de mujer?

Eres un tercer ojo, en la línea horizontal
de mis cejas, sabes, tus células
son extrañas al palpito de mi corazón.

¿Por qué duele tanto, sacar lo vivo muerto?

Ahora, que no hay playas 
y los pulpos duermen con el color de la gamuza.

Eres una alga en mi oceleona.
Archipliego, gonolito, paleodermis, aspirazón de modernidad.

La luna del infierno,
que come carne de poeta.

Inquisición.

Mortificación hasta la carta de ajuste.





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