Trifulcas entre gato y perro.

A ti buen amigo
que escupí en tu mueca
aguantando mis caprichos rapaces
con la última voluntad paterna
que solicitó sílice
que cuidara de ti.

Pato querido,
que me enseñaste el valor de un euro
robando panecillos de los hoteles
dentro de un bolso de prado.

Cuando voy al súper
analizo en una caricatura al tiempo
que estuvimos juntos
el peso, el gramo, la afrenta.

De luchar hace
algún sol tinto y una aspirina
sin tu apoyo por las vías de los trenes.

Me gusta este pacto
de distancias
y no hay día que ruegue
que venga una chica de vestido azul
y te enamore eterna ciruela.

Tú, Pato,
que conoces bien mis lloros de anaconda
de noches sin sexo
abrazados pluma a pluma.

Pato, apreciado.

Las ventanas abiertas
dejan que la lluvia entre
y en este fin de bastidor,
gafas, moneda, zapato, cinturón,
quiero que sepas
que eres mi hermano
tal cual vértice de corcho
sobre bandadas de pájaros.

Y ahora, es tarde...acaba un año.

Es esta maldita vaina
que me corroe,
dando un consejo de hechicera
que no te enamores nunca
de una
mujer
como yo.

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