Bushido.

Estoy en un estanque rodeada de batracios, 
libélulas y latas
flotadores de refresco
y has venido con la fuerza 
a sacar la mandíbula del barrizal.

Cuando me recoges sobre tu yoroi
noto el latido de la caléndula
y en cada caricia la vaina del wakizashi
se troca algodón y lino,
porque leo en cada paso el samurai
que para mí yace desarmado
y abre las puestas de su casa
y remueve la miel para el sustento.

He decir, que muerta de miedo en la habitada bajo la corteza,
pero, tú, oki, de descomunal "bushi no tamashii" 
entre los libros, tu particular órbita
de colocar las cosas.

Estas cosquistando
metro a metro, 
montaña
surco
línea
esta alimaña que del fuego huía.

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