Sin titulo.

Un hombre con un libro de poemas
florece una rosa de tallo,
y alguien que en su osadía

desea llenar la pupila de una preferencia
astral (cielo).

Le miraba mimosa,
como un hinojo marino
observando el llaüt entre aguas.

Dentro de la timidez de un corpiño
de no saber si era una cita
o un compromiso de lluvia.

Especial soneto,
de la primera vez, en cuatro años
de un valiente atravesando
el umbral.

Pues y solamente con su retórica
la iba descolocando.
Quién no cederá ante los versos de Pacheco
o ese áurea que atrae ortiga.

Y pícara observó
la gota de cal del escaparate
y los ojos en plano cenital
observaron la nuca,
las alas del ángel exterminador
entre campos de manzanillas.
Porque lo que unió Buñuel
que no lo separe el hombre.

Y lanzó los dados
mientras el sushi rodaba
por la lengua
acordándose del reo.

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