Anuncio de televisión.

Estampa paradisiaca
con niños correteando
vestidos con camisas de trozos de cielo
a juego con los calcetines.

Un balón con la imagen ralentizada
y del hueco de una persiana
la melodía de Notthing Hill.

Ellos, beben de tazas impolutas
mientras los meñiques catalejos
apuntan al ombligo de la luna.

Tus ojos del color de la aguamarina
y mi boca sin carmín;
la caricia caracol
junto a los gorriones jugando al corro de las patatas.

No entiendes, amor, que yo no pertenezco a este mundo,
que soy un fantasma que aún respira,
que cuando la tierra brama
en mi hígado la negrura gana su tiranía,
que no puedo tener una vida común
de procesionaria hilando pinos.

No puedo ser feliz nunca.
A ratos, a instantes de telescopio.
Pero, mi pasado  y un hombre
llenan de tinta la mirada
en este cangrejo que me está despedazando.

Antes hubiese sido cruel, ahora pertenezco al lado de la claridad absoluta
y no te voy a engañar que esté a tu lado hoy
no implica un mañana.

II

Los niños mueren de hambre en el exilio, los pájaros llevan en sus bronquios mercurio, los juegos son laxistas, y el campo gesta un estercolero, no existe solución si me quedo aquí sentada, debo luchar hasta el 
ultimo ahogo.

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