Bitácora mallorquina.

Vuelan faisanes a contracorriente 
observando en cola de rata que vuelan las ánades
hacia tierra adentro.

Chaperos lucen en celo gaviota
sus torneados músculos y en la andadura
esquivo un oleaje
carnívoro que come imágenes

y empiezo a caminar
a la paralela
al contorno
en eco de germanos de California
y un azul tan intenso
que mi sangre es Mediterráneo.


Ando por guetos alejados de catálogos inmobiliarios
y entre los sones 
y el timbal
se revienta todo en chinos que con ojos mirando al ramiro
sorben el cigarro
en reyerta de aguas sucias.

Me gusta esa vida, la decadencia
de un casco urbano sin retorno,
las esquinas coloreadas en mestizaje
y venas haciendo planeta.

Y en este envoltorio de anuncio de desodorante
pienso que harás en este instante
al otro lado de la naranja;
mientras mi reflejo se confunde
en todos los escaparates
que me vieron
hace décadas y salen a nubes a tropel
en un archivo, con filamentos de cobre
porque no dejo de pensar en ti 
(gusano de la botella de tequila de Poltergeits)

Y sujeto la cometa de mi mano
y oculto mis ojos a la luz de una lágrima
al paso con
autobuses de tostadoras humanas
y otro día fuera del dinamo
con sólo un ordenador como bola de cristal
ante tanta ignorancia.

Si muero.
Y existe una reencarnación.
Pediría convertirme en tu abecedario.

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