Sin título, poemas antiguos.

Vivo en el mundo
de chocolatinas, de tropiezos con plástico.
Con la tecnología pululando
en cada pupila, en el entuerto
estomacal que somos hoy, lo que vemos.

Quisiera en áurea comprender la vida,
esquivando a la gente en la salida del metro,
entablando rivalidad
a un aire que día tras traca
pierde una lágrima de oxígeno.

Estos tendedores desnudos,
carpa utilizable de fiestas futuras,
y este silencio de cucarachas
que tímidas esperan a la noche
para bendecir cada costura de baldosa.

Sé que debo continuar,
no tener ni un ápice de piedad;
romper los espejos,
pero me gusta mirar dentro de las desnudeces.

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