Agua bendita.

La  realidad consume de los ojos que rajan
los muchos sainetes del serrucho, la incredulidad festejada

del violín que chirría, entre cantos organigramas;
reales, tan ciertos, que vivo derecho
y no en súplica, tangible tauro almendra, cáliz con moscatel,
con él por el ego, ego sum, de toda la prosa por descubrir.

De las hortalizas escanciadas,
porque se trata de cuidado intensivo
del  material  que "prefabricamos" libres,
sin planes como caballos desbocados por el bosque.

Porque no haber vivido jamás este trayecto
hace que la luna sea pequeña.

No sé adónde me conduce.
Pero, confío de su mano
cuando de entre las aguas femorales
Río Tormes.
me adormece.
No es sólo sexo, es poema.


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