Visión nocturna de Castellón.

Desde este octavo piso la ciudad tiene otro nombre.
Las casas alineadas.
Los respiraderos que imitan a las viejas,
chimeneas sin humo.

La coronación de los altibajos de los edificios
que como cabezas poetas
compiten hacia la noche.

En este reposo sobre el marco
salgo del lienzo
observando el mar urbano de los farolillos que emergen,
desde pequeñas ventanas
con los televisores de anuncios.

Él (mi amado) me observa desnudo desde el portal del dormitorio.
Es mi ciudad, donde quiero, morar, habitar, placer y morir.

Desde este octavo piso de la ciudad que tiene otro nombre
no notamos el vértigo existente
bajo los pies de nuestras estrellas.
que se asoman a la intemperie de un baile.

Compás roto por el crujido de un gato
que va haciendo eco
desde esta cabizbaja manera de sentir las cosas sin nombre.

En las ciudades de los náufragos que no aprendieron a nadar.






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