De maravilla.

Mema Alícia con un retrovisor.
Acaso cruzarás el lado opuesto, donde las consonantes ensillan
y todo aumenta
y nada se reduce
según el pronombre.

Te pintas las uñas con carboncillos
e ingieres las vitaminas de las encuadernaciones, pero,
aún se mofan las aranas y te piden agua los satélites
a cambio de pescar más en las mallas
los ciclistas que pedalean hacia el infierno.

Tal vez sea el cuchillo de la espalda
que confunden
con un perchero para colgar abrigos de paño,
o con un pomo de latón
para abrir los cubiertos de los famélicos
y hacer del corazón una conserva

en vinagre.

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