Las ortigas de romero y hierbaluisa.

Cerca del río como una barcaza tullida
se arrima mi hueso a tu espinazo
en tratados no bélicos
de las sentencias del reo.

Sobreviene el color carnal
de la masculina letra bregando entre las pesadillas
que se resisten a abandonar lo que tanto han amado,
guarecida mora en matorral
como crisantemos son tus labios
dando el veneno que más vida ha concebido
de ir muriendo poema a hoyo

Floreces la peca de la inusitada
y en ti me cobijo, sin miedo alguno,
para que de tus manos los arneses hagan de esta veleta
el echar la tierra sobre tu monte sacro.

El amor no se trata de suicidios colectivos,
son esas tazas frías después de los besos,
los dedos abrochados,
la lengua en acto de servicio,
tu peso,
mi noche,
nuestro momento más maldito.

A la expectación de un foro
que nos bendice con sus cuchillas.





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