Eso que mantiene viva la vela.

I

La comedida palabra igual que un pasador
de puerta, hacia los calabozos.

II

A veces sueño que soy una pistolera
y con un violín voy matando sueños.
Saludan a mi paso
en reverencias
y las flores
se giran ante la magnitud de mis balas.

Pero, solamente tengo la tierra que cabe en mis manos,
el ansia del tulipán que aún es bulbo,
la gula del que vive como una gota de aceite
expulsada de su agua.

Quisiera ser una mafiosa
y tirotear folios a los que se comen mis dedos,
sonreír al verdugo
y que retirara de una vez por todas su capucha.

Sacudir las pirañas de las sábanas,
asaltar a los bancos de la melancolía.

Pero, el aire me empuja al muro
y mi cuerpo adolece en una termita
que sin tregua agujerea la médula.

Árbol de mujer, y dentro de este maldito
crucigrama de ideas
que cortan  mi pecho.

La fe,
la fe, la que chirría a partes iguales,
la que grita: Tú eres una bandolera,
empuja la puerta
y salta, salta página, salta a la tierra.

Con el paracaídas de los libros
y de la esperanza puta
que me dice que un día,
en un miserable momento
existirá la música.

No me rindo.
No me rindo.
No me rindo.

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