Arrepentimiento

De qué sirve la tierra arada,
y que de las copas
frondoso el bosque de él, su cobijo.
Recoger los platos rotos,
reparar la ventana con vistas al purgatorio.

Coser la herida con el dolor dentro
para qué no huya, ni se escape,
igual que la arena en un reloj o
un péndulo que ha extraviado
la maquinaria.

Dejar que el amor
sea un vestido azul de muñeca,
recibir el cuidado en forma de lluvia
como una recompensa paliativa
a tanto firmamento, a la tuerca
que impedía a la carcajada ser puente.

Para qué tanto teatro, nacer Ramiro,
flotar ausente, comer recuerdos,
sabotear a la noche, complacer
y luego matar, sentir y perder la vocal.

Ser una polilla
para que te arranquen las alas
y caer de la nariz de Pinocho.

Ll. Ll.

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