K

Se nos mueren los poetas de corazón comprometido. Los elefantes,
los extraños virus.
Las casas pierden sus sombreros. Y a la salida del juzgado el arroz no tiene novios.

Las conchas sin sus seres vivos.
Las uñas entre los dientes.
El final de un filme francés.
La arbitrariedad del sistema.
El álgebra del porcentaje de que las llaves
caigan metálicas por el hueco del ascensor.
La todopoderosa melancolía
de imanes hipnóticos
a clavos que sostienen el eco.
La arenisca, el metano
inflamable de aquellos deseos
con sabor a chicle. Di cosmos
en qué logaritmo habitamos,
cuánta espera yace con la paciencia planetaria.
Giramos, rotamos. Nos desintegramos.
Ya ni Walt con su oda
puede hacer absolutamente nada.
La poesía tiene los días con dados.


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