Muchos más.

Últimamente olvido los cumpleaños,
por el tiempo que conlleva al retraso
de derrocar el cuerpo
estrepitoso con la gangrena del cansancio.
Las fechas
ludópatas malabares dentro

de los bolsillos del cráneo.


Son los pies molidos, la boca pimienta,
el terraplén de una campaña
capitalista, con las piernas en capitel
de viernes para los negros.
Los negros augurios,
de la gente que sopla sus velas
en lavabos. Y el descuido
de las copas de vino en Lisboa
con la estrechez de las sombras.
El poder sentarse en embarcaderos
y pescar con las pupilas
las esperanzas tísicas
que no valen divisas. Que no fuman
y llevan canciones de jazz
para los enamorados de la fauna,
de los que carecen del brío
para con pasamontañas
reivindicar la no violencia.

Nos tienen acorbardados,
en un país de sólo mujeres
que miran al otro tiro independiente.
Del olvido de lo importante.
Del beso corcho.
De las manos tibias.
Del cumpleaños de los maestros
con el baile de las ganzúas.

Disculpad mi fracaso
tengo el corazón en hernia,
cerrado por inventario.
Y hace frío en el centro comercial.

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