Raso

No levantas cabeza de
entre los adeptos, y larga la cabellera se lía en un carrete
de tantos peces pensantes.
Que llevan diferentes océanos
en sus pulmones. Y gozan
de la temeridad del pulso
cuando observas al amado
como un extranjero conquistando la hipótesis.
Tengo un trozo de barba oculta
detrás de la memoria.
Y la lengua más mortífera de la tierra,
pero, es el miedo con traje caoba
y medias canela que se transfiere
en el desván de la congoja.
La locura de herencia escrita en los ojos.
Y el croar de este corazón rana.
Amar.
Quién puede realmente amar.
Si el soldado muere
por la tierra que se le paga.
Si a un caniche le hacen más caso.
Penitencia abierta
con surtido de gasolina.
Porque no levantas cabeza.
Y tu mayor salario.
Flota de entre los abedules.
La sonrisa congelada.
La lismosna de un beso.
Necrosis de aire
que forman buñuelos de garras.
Que te matan sin cuchillo.
Y una ya no sabe a donde ir.
Sin que le cierren las puertas.
Por qué no levantas la cabeza
y tomas aire y huyes.
Cómo siempre.
Igual que un soldado sin patria
Mujer, mujer, mujer.

Lluïsa Lladó.

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