Y sin embargo te compro.

Cabe tanto amor en tu todo
que la luz fluorescente
colorea de blanco lata
la cara trébol del amor al trigo.
El amor que
con el tiempo se vuelve madera.
Con el rumor del caucho coche
en el cual viajamos
cuando me besas la espalda
con la premura de tu cuerpo.

Porque nadie como tú
ha sabido tan bien
cuidar los ruiseñores de la pena
que alberga mi cama.
Los cuervos felices
de la primavera
que se atreven a trinar
en contra de la voluntad de la ley
de los pájaros.

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